viernes, 31 de enero de 2014

Examen MIR 2014

Desde que aterricé con 17 años en la residencia universitaria El Carmelo de Pamplona siempre he estado rodeada de estudiantes de medicina. La mayoría de ellos finalizará su etapa de 'estudiantes de medicina' tras realizar el examen MIR. Un día marcado en rojo en el calendario de cualquier futuro facultativo, en el que independientemente del resultado obtenido, la mayoría de los opositores que han estudiado con esmero, obtendrán una plaza de médico interno residente en un hospital. Cumpliendo de este modo el sueño de convertirse en doctor o doctora. Si algo he aprendido durante estos meses de intenso estudio es que jamás, repito jamás, preguntes a un estudiante MIR que especialidad le gustaría elegir. Pero otras muchas cosas he aprendido y he vivido durante estos años en los que he tenido la oportunidad de convivir con amigas que estudiaban medicina.

Las marcas de material escolar como 'Pilot', 'Stabilo' o pinturas 'alpino' sobreviven gracias a los estudiantes de medicina. Gastan todo el material del que disponen, antes incluso de tener tiempo de extraviarlo. El uso de Post-It también está a la orden del día. Los paquetes de folios vuelan, y los más maniáticos siempre tienen que escribir en papeles con un determinado grosor. Las impresoras realizan trabajos forzados cuando el alumno se ausenta de clase y tiene que imprimir todas las diapositivas expuestas durante la explicación que el profesor ha ofrecido en el aula. Además fotocopian apuntes y modelos de exámenes por encima de sus posibilidades.

Las farmacias se forran con la venta de tapones de espuma, vitaminas como Pharmaton complex, valerianas y otros muchos complementos alimenticios.

Viví de cerca los primeros exámenes de bioestadística, anatomía I, digestivo y más adelante los de derman, cardio o preventiva. También las 'esquizofrenias', a veces paranoides, de los días previos a esas citas.

Las anécdotas  que contaban mis amigas experimentadas en primeras clases de disección. Generalmente durante la hora de la comida. Yo miraba con los ojos bien abiertos y no dejaba de preguntar y repreguntar. Hasta que alguna otra amiga presente en la mesa y ajena a este mundillo como yo decía “podéis parar ya que estamos comiendo”.

Viví las primeras prácticas en el 'hospi' o en la 'CUN'. Las posteriores frustraciones “hoy no me he enterado de nada”. También los momentos de desasosiego tras un intenso día pegado a un médico adjunto cansado de atender las preguntas de los estudiantes. Los primeros mareos y bajadas de tensión al entrar en quirófano y las primeras alegrías “hoy me han dejado cerrar”, “ me han dejado hacer no sé que...”.

En mi piso de estudiante el muslo de gallina servía para aprender a coser. Practicar antes de cerrar por primera vez en quirófano. Quizás por mi afición al punto de cruz o por curiosidad no pude resistir la tentación de probar.

Me acostumbré a aceptar con una sonrisa cómplice y comprensiva la cancelación de cualquier plan programado con antelación por la temida y repetida frase “tengo que estudiar”. Pero los estudiantes de medicina saben disfrutar del tiempo libre como los que más y las noches de fiesta más legendarias las he vivido junto a ellos.

Pero sobre todo lo que más he admirado de todos ellos ha sido la constancia, tenacidad, capacidad de sacrificio y la dedicación absoluta  que han demostrado tener durante todos estos años a su vocación y pasión, la medicina. Una carrera de fondo en la que han sabido renunciar a cientos de miles de tentaciones y luchar por un sueño, el de un día convertirse en doctores. Y después de ascender heroicamente ese gran puerto de montaña encima de la bicicleta, sólo están a 235 preguntas, con sus correspondientes cinco respuestas posibles, de cruzar la línea de meta. Luego vendrán nuevas etapas y nuevos retos.

Mucha suerte y confianza.  

miércoles, 10 de julio de 2013

La historia de Berjam y Negasi


La historia de Berjam y Negasi 


Estoy pasando una temporada en la localidad etíope de Wukro, junto al padre blanco Ángel Olaran. Hace unos días aparecieron en la misión  de Saint Mary, donde vivimos,  dos hermanos huérfanos.   En esta localidad del norte de Etiopia Ángel Olaran se encarga de la manutención y educación de más de 700 niños huérfanos. Estos viven  repartidos en casas situadas en torno a la misión de Saint Mary junto a una "madre adoptiva" o tutor. 

El  gobierno etíope ha modificado la ley de adopción en Etiopía. Todos los niños que estén viviendo en los orfanatos y que tengan algún familiar vivo( tíos, primos o abuelos)  deberán ir a vivir con ellos y no podrán estar inmersos en ningún  proceso de adopción. Berjam y Negasi son hermanos, tienen 10 y 8 años respectivamente, hasta hace unos días vivían  en un orfanato de Adis Abeba e iban a ser adoptados por una familia estadounidense. Como consecuencia de la aprobación de esta nueva  ley, no pudieron ser adoptados. Hace unos días los servicios sociales etíopes  trajeron   a los niños a Wukro.  En esta localidad etíope viven sus tíos y su abuelo. Ningún familiar  se ha querido hacer cargo de los niños. Así que Ángel les esta buscando una familia de acogida para que puedan vivir en una casa, ir a la escuela de Wukro y ayudarles económicamente. Mientras llega la solución definitiva viven con nosotros en la misión de Saint Mary. No tenían ni  donde dormir ni  que comer. 


No he conocido a unos niños que se porten tan bien, no he visto ni una casqueta y ni un lloro. A pesar de ser plenamente conscientes de su situación. Cuidan el uno del otro. Sin pelearse en ningún momento. Ambos tienen SIDA y el mayor se encarga de que el pequeño se tome todos los días los anti- retrovirales. 


Si Ángel no hubiera estado aquí, no sé que hubiera sido de estos pequeños. 

A veces no sabemos a dónde va a parar el dinero que donamos a distintas ONGs. Gracias a la aportación económica de muchos ciudadanos a diferentes ONGs que colaboran con Ángel Olaran, estos niños desde hoy tienen futuro.  Porque no les faltara lo mas básico; un techo, comida, educación y cariño.





miércoles, 3 de julio de 2013

DONOSTIAtik WUKROra, una utopía en bicicleta




Los ciclistas de la expedición DONOSTIAtik WUKROra , una utopía en bicicleta logramos nuestro objetivo hace una semana. Recorrimos los 1000 kilómetros  que separan la capital de Etiopía Addis Abeba de Wukro, localidad en la que realiza su encomiable trabajo el padre Ángel Olaran. 
El objetivo de los 14 integrantes de la expedición ha sido dar a conocer el trabajo del padre Ángel Olaran y recaudar fondos para la fundacion Etiopía Utopía 

Durante el tour solidario ha sido complicada la conexión a Internet. Ahora en Wukro, con una buena conexión a internet contare alguno de los detalles y anécdotas de esta aventura inolvidable. 

El origen 

Los grandes viajes  surgen con una parte de locura, inconsciencia y por que no casualidad. 

En junio de 2012 viaje por primera vez a Etiopía. África engancha y deja una huella ineludible.  No tenía  en mente volver, a corto plazo. Pero en febrero en un encuentro casual con amigos de la fundación Etiopía Utopía me propusieron la aventura de recorrer Etiopía en bicicleta. 
Mi respuesta fue clara a la vez que ambigua: Me apetece, pero dejarme que me lo piense cinco días, si al quinto sigo con el " calentón" voy. 

A los cinco días ya había quedado con mis amigos los hermanos Rivas para proponerles la aventura y en casa, resignados, ya me preguntaron : ¿cuándo te vas? 


Organizar un evento de estas características no ha sido nada fácil y la lista de tareas a realizar antes de partir interminable. 

Sólo deseaba que llegará el día 14 de junio para sentarme en el asiento del avión, apoyar la cabeza en el respaldo con virulencia y decir ¡ Por fin! 

jueves, 30 de mayo de 2013

Nire euskera lo-kuluxkan zegoen



Llegué al barnetegi Maizpide de Lazkao con dos objetivos: aprender euskera y aprovechar mi estancia allí para conocer todos los pueblos de "la Gipuzkoa profunda". Objetivos cumplidos. El primero superado con creces, salvo una excepción: soy incapaz de aprenderme los números en euskera. Sólo me consuela saber que los “euskaldunes de toda la vida” también dicen los números en castellano. Actualmente soy capaz de situar en el mapa: Zerain, Zegama, Ataun, Gabiria, Ezkio-Itzaso, Gaintza, Ormaiztegi y por supuesto Lazkao.


Lazkao. A.M
En el aprendizaje de cualquier idioma hay que meter la pata para aprender. Pero en el caso del euskera especialmente, si lo haces, corres el riesgo de que tu interlocutor se  ría o se descojone.
Todos los "euskaldunes" tienen el tick incontrolable de corregir a un "euskaldun berri".Un bolígrafo rojo preparado listo  para atacar indiscriminadamente. Y lo más inquietante de todo, es que todos lo hacen, pero todos corrigen de manera diferente. Por ejemplo, ¿ Cómo se escribe: kuadrilla, kuadrila, koadrilla, koadrila?. ¡Las 4 formas son correctas!


Tres meses dan para mucho: visitar el mercado de Ordizia, aprender a hacer queso de Idiazabal y pan, coger una oveja entre mis brazos, correr por el monte 4 kilómetros en la carrera "Korrika" , visitar la fábrica de autobuses Irizar y hacer mi primera entrevista en euskera, a un señor de 63 años natural de Wyoming.

Mercado de Ordizia. A.M
Bertso afaria. A.M






















También he aprendido y entendido muchas cosas: el poteo en este pueblo es una religión, Ataún con sus cuatro barrios es una república independiente, que en Gipuzkoa no sabemos vivir sin discutir; ahora por el “Puerta a Puerta”, sin coche en el Goirri no eres nadie y a no ponerme nerviosa cuando una persona me habla en “hika”.





Este último mes tuve un “mintzalaguna”. El barnetegi te pone en contacto con una persona de Lazkao con la que tienes que quedar, sólo para hablar, en euskera por supuesto. En cuanto conocí a mi querido “mintzalaguna” me dijo que le sonaba mi cara. Tras un buen rato hablando con él ...... :“ Ya sé de que me suenas, eres la chica que en verano estabas siempre en la playa con el micrófono de Punto Y Radio”. Y sí, como pasa en los pueblos, yo ya tengo mi mote entre los jubilados de Lazkao “ Ainhoa, la de Punto Y Radio”.

El Txindoki desde Lazkaomendi. A.M
Muchas son las cosas que me llevo de este pequeño pueblo, además de amigas. Echaré de menos la paz y la  tranquilidad que da vivir en un pueblo. Pero  no voy a echar de menos a Benito, el burro que dormía bajo mi ventana y que tenía la fea costumbre de interrumpir mis “lo-kuluxkas”...

La mejor visita que he tenido durante estos meses de retiro, ha sido la de mis grandes amigos Guillermo y Daniel Rivas. Se presentaron en Beasain con sus bicicletas, estaban de paso, entrenando para nuestra próxima aventura: recorrer Etiopía en bicicleta.  

domingo, 24 de febrero de 2013



"La felicidad está en la sencillez y no en las grandes cosas que aquí se tienen"


El padre Ángel Olaran es hernaniarra pero lleva trabajando en África desde hace más de 40 años. En la actualidad tiene a su cargo en Etiopía a más de 700 niños huérfanos



Ángel Olaran es hernaniarra pero lleva trabajando en África con los más necesitados desde hace más de 40 años. En la actualidad lo hace en Wukro, una pequeña localidad en el norte de Etiopía. En este remoto pueblo tiene a su cargo más de 700 niños huérfanos, víctimas inocentes de las consecuencias de la guerra y del sida. Este es su proyecto bandera, pero además lleva a cabo otros con el apoyo económico y la solidaridad de muchos guipuzcoanos y ONGs.
'Abba Malaku', nombre por el que llaman al misionero en Wukro y que significa “Mi Ángel”, en el año 2010 recibió la medalla de oro de la Diputación de Gipuzkoa. Pero el premio más valioso para él es comprobar día a día cómo sale adelante la gente a la que ayuda.





Reportaje publicado en www.diariovasco.com el 8 de enero de 2013

viernes, 5 de octubre de 2012


“No es lo mismo vivir la necesidad de cerca o que te la cuenten”

Lierni Fernández Román, arquitecta técnica, solidaria y aventurera en Etiopía

“ Cada día recibo sonrisas y abrazos como muestra de agradecimiento por mi trabajo”

“Yo no creo en Dios pero si en gente como Ángel Olaran”


Decidió viajar a Etiopía el verano pasado junto con el padre hernaniarra Ángel Olaran, dejando a un lado la posibilidad de aplicar sus estudios de arquitectura en una actividad profesional vinculada a la construcción. Tenía intención de permanecer en Wukro tres semanas y lleva un año entero residiendo en esta aldea etíope. Recientemente ha participado en la construcción de una presa y ahora supervisa a diario las obras de una clínica dental y de un pequeño hotel rural. La experiencia que vive Lierni demuestra que África engancha y deja huella.

  • ¿En Etiopía para siempre?

Al tercer día de llegar ya tenía claro que ése era mi lugar. No dije nada en mi casa hasta que no tuve los billetes de vuelta cambiados, tres días antes de mi vuelo de regreso a San Sebastián.


  • ¿Fue difícil la decisión?
Lo peor fue superar el miedo a enfrentarme al viaje y eso ya lo había conseguido. Una vez en Wukro, y habiendo conocido todo aquello, fue muy fácil que decidiera quedarme. Desde niña había querido vivir una experiencia así y hasta el momento es la mejor opción que he tomado en mi vida. No obstante, cada tres meses debo regresar necesariamente a España para renovar el visado.

  • ¿Qué tiene la misión de Wukro para convencer a una persona de que su futuro está allí?
Por un lado, la figura del padre Ángel Olaran y su tarea constante de atención a los niños huérfanos que viven en esa comunidad. Además, la posibilidad de colaborar en varios proyectos cuya ejecución puede ayudar a mejorar mucho la calidad de vida de los habitantes de Wukro. Esto es algo que me permite sentir que el trabajo que hago es útil. También influye el hecho de que pocos meses después de llegar a Etiopía conocí a mi actual pareja Albert. Él es catalán y trabaja como supervisor en un proyecto que Manos Unidas tiene en Adigrat, una ciudad cercana a Wukro.

  • ¿Vivir esta experiencia en pareja, ayuda o es un ingrediente imprescindible?

Es el complemento perfecto para una aventura así, aunque amor, cariño y respeto es lo que a diario me ofrecen los habitantes de Wukro. Todos los días recibo una valiosa recompensa de sonrisas y abrazos como muestra de agradecimiento por mi trabajo.

  • ¿Qué impulsa a cambiar un proyecto de vida estable por una aventura en Etiopía?
El trabajo en una constructora es poco gratificante. Ahora tengo 29 años y recién licenciada me pilló el ‘boom’ inmobiliario. Los primeros años tuve muchísimo trabajo pero no me llenaba lo que hacía. Me partía la cara para conseguir un beneficio económico y hacer rico a quien ya lo era. En todos los trabajos existen días mejores y peores, pero ahora el resultado me resulta siempre satisfactorio y el fin te reconforta.

  • ¿Jefa de obra en Wukro o en Euskadi?

Es muy diferente, porque las técnicas de construcción y el ritmo de trabajo son distintos, pero en cierto modo te tienes que adaptar a su cultura y no ellos a la tuya. A veces cuesta mucho hacerles entender que con otras técnicas de construcción y otros materiales se pueden obtener mejores resultados. Sin embargo, desde el primer día los obreros me aceptaron muy bien y acataban casi siempre mis instrucciones, a pesar de ser una mujer quien les dirigía. Etiopía en un país con una terrible cultura machista y éste es un factor que condiciona mucho.

  • ¿Siempre hay algo por hacer?
Hace un mes inauguramos la presa que está permitiendo abastecer de agua al pueblo y a los campos de regadío. El agua es oro líquido en Etiopía. Hay mucha escasez por falta de lluvias durante largos periodos. Por otro lado, avanza la obra de la clínica dental financiada por la fundación Etiopía- Utopía. Este proyecto llamado ‘Sonrisas’ permitirá mejorar la salud bucodental de todos los habitantes de la zona, previniendo infecciones que en algunos casos pueden llegar a ser mortales. Otro proyecto que tenemos en marcha es la construcción de un hotel rural. El turismo en Etiopía está muy poco desarrollado y la zona del Tigray tiene enorme atractivo porque cuenta con muchas iglesias excavadas en roca que merece la pena visitar. Los ‘touroperadores’ nos transmiten que los turistas pasan de largo por este lugar debido a la ausencia de una mínima infraestructura hotelera en la zona. Estamos construyendo un sencillo hotel rural para acoger a turistas porque estamos convencidos de que vendrán y su estancia mejorará la economía de Wukro. Estará gestionado por los propios habitantes de la ciudad y los beneficios se reinvertirán en la comunidad. El último proyecto en el que me he involucrado se llama ‘Kañaberak’. Consiste en plantar cañas de bambú en las orillas de los pequeños ríos con el fin de detener la fuerza con la que baja el agua desde las montañas en la época de lluvias para evitar de esta manera la erosión del terreno. Todos los proyectos están supervisados por el padre Ángel Olaran, porque después de veinte años trabajando en Wukro él conoce mejor que nadie las necesidades de la comunidad.
  • ¿Cómo es Ángel Olaran?
Es muy buena persona, sencillo, tolerante, agradable, servicial y positivo. Todos los días aprendes algo de él. Tiene un gran sentido del humor y te ríes mucho. Admiro el modo que tiene de aplicar la religión sobre el terreno. No creo en Dios pero sí en personas como Ángel Olaran. No soy católica, soy ‘Angelista’. Me siento una privilegiada por haber tenido la oportunidad de conocerle y convivir con él.
¿Una experiencia sí cambia la visión sobre la vida?
Absolutamente, porque no es lo mismo que te cuenten las necesidades o vivirlas de cerca. Y eso crea un poso en cualquier persona difícil de olvidar. Transforma radicalmente tu perspectiva de vida y tu escala de valores.
  • ¿Hay vida después de Wukro?
Sí, aunque no tengo fecha de vuelta definida. Mi objetivo prioritario ahora es no desvincularme de los proyectos en los que estoy participando. Llevaba años buscando esto y, ahora que lo he encontrado, no voy a dejarlo a un lado.  

martes, 24 de julio de 2012

Abba Melaku

Ángel Olarán esta noche continuará trabajando a destajo  en su despacho para sacar adelante a los más de 700 huérfanos que tiene a su cargo. Con su energía infatigable sigue siendo un ejemplo diario para todos aquellos que le conocemos y que hemos tenido el gusto y el placer de convivir con él y de todos aquellos que leen nuestras historias. No le gusta ser protagonista, pero si lo tiene que ser para sacar adelante a sus huérfanos, lo hace. Es una de las personas más coherentes que he conocido a lo largo de mi vida; dice y hace lo mismo que piensa. Una vida entera dedicada a los demás, viviendo 20 años en Tanzania y más de 20 en Etiopía.

La visita nocturna diaria a las familias es un ejemplo de la dedicación absoluta hacia los demás, escuchando sus problemas, asumiéndolos como propios y trabajando para lograr solucionarlos. La alegría que Abba Melaku, ángel de Dios como es conocido en Wukro, ha traído a este pequeño pueblo de la provincia del Tigray es incalculable. Una lección de vida la que Ángel nos da a todos, recordándonos, entre otras muchas cosas,  que Iglesia es esto y no lo otro.


Una pequeña muestra  de la alegría que se respira en las casas  que  Ángel  visita cada noche.